Bertha Vasconcelos
En las últimas semanas me he percatado que la gran cantidad de problemas interpersonales se originan en la falta de comunicación entre ambas partes. Pareciera que las personas de repente hablamos otro idioma y no nos entendemos más con aquellos con quienes usualmente sí nos entendíamos.
Tal vez existan razones exteriores que desconozco, pero lo que sí me puedo dar cuenta es que donde no hay comunicación es porque algunos están poniendo límites, viejos o nuevos rencores están brotando, otros continúan aferrándose a creencias o contratos psicológicos obsoletos (por ej. “Te hice un favor y ahora me debes toda tu vida”). En fin, digamos que está aflorando lo que debe ser resuelto o se están disolviendo esos contratos que ponen en desventaja a una de las dos partes. Nos estamos liberando algunos y otros están sujetándose tanto como puedan a sus antiguos hábitos de manipulación y control. Otros están aferrados a sus traumas emocionales de la infancia y solo recuerdan los momentos de amargura y tristeza, descartando los momentos agradables y felices que vivieron de niños. Algunas personas viven prisioneras del dinero, si no tienen se agobian al grado de manipular a otros que tienen menos para lograr sus propósitos. Y resulta que ya nos estamos dando cuenta de todos los juegos de manipulación y poder. La agresividad pasiva es violencia tanto como la activa. Hacerse víctima es agresividad pasiva y muchos hombres utilizan estas tácticas porque no saben cómo enfrentar situaciones emocionales de otra manera. Las mujeres están enojadas y son acusadas de ser manipuladoras y controladoras, pero los hombres también los son, aun aquellos que no lo son abiertamente. Seguimos viviendo en un mundo de hombres, y tanto los padres, como esposos, hijos, jefes, compañeros, hermanos, etc., siguen deseando mantener el control de maneras sutiles. Están perdiendo el control y el poder. Recurren al llanto, las quejas, a dramatizar su situación con el fin de que las hijas, esposas, madres, etc. nos compadezcamos y cedamos.
Caemos una y otra vez en las trampas de los demás, pero ya nos estamos dando cuenta de estos juegos. Así que en lugar de pelear ¿por qué no mejor conciliar? ¿Será posible perdonar y comenzar nuevamente sin resentimientos ni dolor añejo? Si alguna persona te ha estado diciendo que ya no podrás conseguir un empleo por tu edad y te ofrece trabajo con ella, es manipulación. Si alguien te dice que no tiene dinero y te pide le pagues, y después te das cuenta que si tenía dinero, caíste en su chantaje emocional. Si alguien solo recuerda lo triste y negativo de su infancia o su vida juntos, está descartando lo positivo. Si una amiga contradice todo lo que dices, está compitiendo contigo. Si un hombre te exige un regalo, su amor es mercantilista. Cuando alguien recrimina a otro que no ha sido compensado por su ayuda o favores, está manipulando.
Es el tiempo de liberarnos de yugos impuestos y autoimpuestos. Libérate.
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