viernes, 4 de mayo de 2012

MIS ERRORES MIS ÉXITOS


Por Bertha García Vasconcelos©
www.psicologiaycoaching.com

¡Qué título más extraño!, usted podría estarse diciendo en este momento al leer estas líneas. Inclusive podría decirse a sí mismo que Bertha ha perdido la cordura. Deje que le explique el por qué de este título.

Recuerdo la pregunta que nos hizo Tony Buzan en el curso sobre Mapas Mentales, mientras aprendíamos a hacer malabares con 3 pelotas a través de su novedosa técnica de aprendizaje: “¿Quiénes son los únicos que se ríen cuando cometen errores?” ¿Adivina? La respuesta correcta es: Los niños. Ellos son los únicos que se ríen y divierten (sino han sido castigados severamente por sus errores) cuando algo se les cae de las manos o derraman algo. Todo educador sabe que el aprendizaje es un proceso que involucra ensayos y errores antes de dominar una conducta, una tarea, un oficio, una profesión, una técnica, etc. Aprendemos naturalmente por ensayo y error. Pero para una civilización disfuncional como la nuestra donde se ha favorecido el narcisismo, perfeccionismo, rigidez extrema, exigencia irracional, burla, sarcasmo, en sí, la violencia emocional, el 10 de la escuela se convierte para el adulto en una meta a alcanzar en su vida, a pesar de todo y por encima de todos, como si aun estuviese en la escuela. Estas son creencias disfuncionales porque se espera perfección del ser humano cuando éste no es perfecto. El cerebro aprende por ensayo y error como proceso natural e inevitable: todos cometemos errores y nos sirven para aprender. Pero en nuestra civilización disfuncional errar se “sataniza” porque estamos regidos por una forma de pensar distorsionada, como el pensamiento polarizado, la absolutización, el perfeccionismo, o bien, exageramos la realidad resultando en magnificar, “catastrofizar” o dramatizar, así exageramos nuestra reacción cuando alguien comete un error o no se apega a nuestros estándares. Digamos que lo “satanizamos” o dramatizamos, por lo que la respuesta es desproporcional al evento.     

Entre muchas otras situaciones donde me he equivocado, una en particular que encuentro enormemente valiosa es la que le contaré. Resulta que algunos de mis errores, paradójicamente me han servido de “termómetro”, es decir, me han servido para conocer mejor a las personas. Equivocarme al decir o hacer algo me ha ayudado a percatarme de sus reacciones, su nivel de hostilidad, rigidez, flexibilidad, inclusive lealtad, y ello me ayuda a decidir el tipo de relación que deseo llevar con ellas. Cuando uno se equivoca puede conocer mejor a sus jefes, colegas, amigos, vecinos, inclusive familiares. Muchas veces una disculpa no es suficiente para los perfeccionistas o los rígidos. Después de muchos años de sentirme mal por cometer un error por haber crecido en una civilización intolerante a los errores, al fin me puedo reír de mis errores y aprovecho las lecciones ganadas, que son muchas más que las malas experiencias de saber que su amigo no es tan amigo como creía.

Por otro lado, hay personas que utilizan este tipo de situaciones de manera propositiva para conocer a los demás, digamos que las prueban, inclusive en algunas entrevistas de selección o técnicas de evaluación de simulación se utiliza intencionalmente para detonar la respuesta emocional de una persona ante la oposición, como en el caso de probar cómo reaccionará el candidato para tratar a un cliente enojado o un empleado negativo. Esto demostrará claramente la verdadera reacción de esta persona para atender a sus clientes o subordinados en caso de ser contratada. Es como apretar un botón y esperar la respuesta que nos permitirá conocer las reacciones y conducta de las personas ante la frustración. Haga la prueba y lo comprobará.

Si comete un error, no se lacere aun si otros lo crucifican. Tómelo como yo, que le sirva para conocer mejor a las personas, a los supuestos “amigos”, identifique a los enemigos de quien deba cuidarse, y fije límites en su relación con aquellos que demuestran envidia, celos, falta de tolerancia, lealtad, empatía o comprensión. ¿Quién necesita amigos hostiles cerca? Ya tenemos con esos compañeros de trabajo que estamos forzados a tratar todos los días o la violencia que divulgan los medios de difusión diariamente. Aprenda de sus errores porque para eso son, y ríase cuando caigan las pelotas al piso al tratar de hacer malabarismo simultáneamente con 3 de ellas.